A algunos cristianos les parece que esto de hacer estudios bíblicos o pasar mucho tiempo metido en el texto de la Biblia es poco necesario – quizás hasta un poco aburrido. Otros cristianos están tan inmiscuidos en los quehaceres cotidianos que aunque están interesados en el estudio bíblico, no pueden encontrar tiempo siquiera para leer la Biblia.¿Importan los estudios bíblicos? ¿Es necesario estudiar la Biblia para ser cristiano? ¿Es un deber espiritual ponerse a investigar el texto bíblico?

Claro que la respuesta a todas estas preguntas es “sí”. Es un deber, es necesario e importa. Pero aún más que esto, el estudio de la Biblia es un privilegio tremendo por varias razones.
Tenemos una Biblia para estudiar
Primero, el estudio de la Biblia es un privilegio histórico. En tiempos antiguos no había Biblias impresas disponibles para cualquier persona interesada en estudiar. En los primeros siglos del cristianismo no existía la imprenta. No había tecnología para producir copias de libros y cada copia de la Biblia era una copia hecho a mano por un copista profesional. Las Biblias de aquel tiempo eran muy caras, y además, el porcentaje de personas que podía leer era ínfimo comparado con lo que es hoy en día.
Vemos rastros de esto en los textos mismos de la Biblia donde Pablo, por ejemplo, le dice a los colosenses que después de haber leído su carta se la manden a la iglesia de Laodicea para que ellos también la puedan leer. Una de las prácticas más antiguas de la iglesia era la lectura pública de la Biblia. Para los primeros cristianos la cuestión no era si deberían estudiar sus Biblias, era si iban a poder oír una lectura semanal de la palabra de Dios. ¡Imagínese cómo se hubiera sentido un cristiano del mundo antiguo si de repente le hubiéramos dado su propia Biblia junto con la habilidad de leerla!
Todos pueden hacer estudio bíblico
Pero también hubo razones ideológicas que mantuvieron el texto bíblico fuera del alcance del público general. Por muchos años se consideraba que sólo los eruditas y líderes religiosos podían interpretar la Biblia. Por eso la versión latina de Jeromé, la Vulgata, fue la Biblia de la iglesia medieval aunque sólo los líderes de la iglesia hablaban el latín.
El razonamiento era, no podemos confiarle a la gente común con algo tan importante como la palabra de Dios. Sólo un pequeño grupo exclusivo podía interpretar el libro sagrado. El reformador Martín Lutero cuenta que cuando entró al monasterio y tuvo acceso al texto completo de la Biblia le sorprendió la cantidad de material del que nunca había oído. Este mismo Lutero fue el que abrió el libro que los líderes religiosos habían cerrado. Lutero hizo una distinción entre lo que decía la iglesia y lo que decía la Escritura y proclamó que la Biblia, interpretada por el individuo, era la última autoridad del cristiano. De esto surge el Protestantismo con un énfasis en el conocimiento personal de la palabra de Dios. Y también con el Protestantismo viene una ola de traducciones a los idiomas comunes (poco después de esta era llega la versión Reina-Valera). El tesoro escondido tras los altares de la iglesia y en las bibliotecas de los seminarios se convierte de repente en la propiedad de cada cristiano. Fue una verdadera revolución en la cual muchos sufrieron y murieron. Es una revolución que nosotros a menudo menospreciamos porque vivimos en un mundo de tanta abundancia y libertad.
Los estudios bíblicos revelan a Dios
Finalmente, es un privilegio estudiar la Biblia porque en sus páginas encontramos la revelación propia de Dios, que aplica a todos los seres humanos de cualquier era histórica.
Cuando estudiamos el texto de la Biblia nuestras pequeñas mentes y limitados pensamientos se acercan a la infinita mente del Dios. Si tuviéramos cientos de años en este mundo e investigáramos todas las áreas de ciencia y conocimiento durante esos años, aún con eso nos faltaría tiempo para poder escudriñar un poquito de los pensamientos eternos de Dios. Nosotros somos limitados. Él es infinito. Nosotros no podemos llegar a él desde donde estamos. Esta es la gran cuestión humana: ¿Cómo podemos llegar a entender el universo en que vivimos sin una perspectiva que lo pueda abarcar? O, más personalmente, ¿cómo podemos llegar a entender el significado de las pequeñas huellas que trazamos bajo el sol sin alguien que nos guíe? La respuesta es que Dios en su infinita misericordia se humilla y se comunica con nosotros. Dios no espera a que nosotros lo encontremos por medio de nuestras investigaciones o pensamientos. Él se revela a nosotros. Él nos da lo que nosotros nunca podríamos obtener humanamente: el conocimiento de sus diseños y propósitos, su gracia y salvación. Dios se revela en su palabra, la Biblia, y nos da a conocer la sabiduría divina con la cual podemos entender el significado de nuestro mundo y nuestras vidas.
La pregunta, entonces, no debería ser si es necesario, si tenemos que, si es un deber, o si hay que esforzarse a estudiar la Biblia. La pregunta debería ser ¿porqué estamos preguntando si el estudio de la Biblia es un deber? El estudio de la palabra de Dios es un privilegio sin igual.